sábado, 18 de julio de 2015

Un Recuerdo y una Deuda Pendiente



Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Mucho tiempo, quizá demasiado, y no lo hago para hablar de cine, series, juegos o cualquiera de nuestras frikadas personales con las que tanto disfrutamos. Esto es algo personal, algo que llevaba dentro desde hace tiempo, una deuda personal, una deuda de honor de esas que se te acumulan y no terminas nunca de pagar. Una deuda familiar y un recuerdo de muchos años. Como casi siempre en esta vida, estas cosas surgen por azar, por pura casualidad. Llevaba mucho tiempo sin escribir nada ajeno al trabajo y un cúmulo de pequeñas circunstancias me han traído a este blog de vuelta y a contaros mi pequeña historia. Por un lado una nueva amistad, una persona de esas que se cruzan por azar en tu camino y te recuerdan cosas que no es que estuviesen olvidadas, es que no sabías ni que un día las pensaste. Así que, si llega a leer esto, millones de gracias por la chispa necesaria. Por otro lado una canción, un instante de música a solas en mi casa que me ha traído muchos, muchos recuerdos.

A la hora de escribir estas líneas que por el momento no tienen demasiado sentido, ha empezado a llover en Madrid, tras varias semanas con una ola de calor tras otra, el tiempo nos da una pequeña tregua y es perfecto el momento para lanzarse a divagar. Continúen conmigo un poco más, sean pacientes. Todo tiene su explicación. Hablaba de la música y una canción porque tiene su peso y su importancia en esta pequeña historia. Quien no me conozca demasiado no sabe que, aunque nacido en Madrid, soy de familia del sur. Mi padre es de un pequeño pueblo muy al sur de Ciudad Real, y mi madre es de Ronda, en Málaga, y aunque me pueden ver escuchando Metallica o AC/DC regularmente, por nombrar sólo dos grupos musicales que me encantan, me han criado con música del sur, sobre todo copla, rumba y sevillanas, y lo guardo como algo muy mío, parte de mi cultura, de lo que soy y quién soy. Sobre todo las sevillanas, porque hay un grupo que a día de hoy sigue encantándome y que escucho regularmente. Sí, puedo pasar de Metallica a las sevillanas sin despeinarme y disfrutando por igual. Y eso andaba haciendo cuando me encontré o reencontré, con esta canción de Ecos del Rocío, una gente a la que admiro profundamente, por su forma de contar historias sencillas, de la calle, a través de la música, de sus canciones, de sus sevillanas. Con honestidad y cercanía hablan de los malos tratos, de la homosexualidad, de los estudiantes, de la anorexia, de los padres, de los hijos, de las drogas, de la inmigración… en esta ocasión se trataba de Señora, y por lo que sea la canción llegó en el momento adecuado.

¿Por qué? Porque un recuerdo, un aroma, un calor de otro tiempo me llegó. La canción es un homenaje a esas mujeres de nuestro pasado que hoy en día son ancianas, que se echaron este país sobre sus espaldas en una de sus épocas más oscuras, sufridas y olvidadas. Los años 40, 50 y parte de los 60 en nuestro país, sobre todo en las zonas rurales. Y de repente me golpeó. La imagen de mi abuela paterna, fallecida hace ya seis años, en la mesa camilla de la cocina, donde todos nos reuníamos en el pueblo. El brasero bajo la mesa en invierno, el olor de la habitación, la ropa negra… y también mi abuela materna, que ya tiene una edad, en la casa de Vallecas, con los bocadillos de atún y los espaguetis que me hacía de niño, con su acento y su ternura… Y se me nubló la mirada, como ahora. La deuda que tenemos con esas mujeres no la podremos pagar nunca. La letra de la canción se te clava a poco que quieras entenderla. Y te araña. Esas mujeres que vivieron la época de los lavaderos, de “argofifas” y escaleras, de rodillas encalladas… Otra vida, otro tiempo, otras reglas en las que no había posibilidad de elegir. Ninguna. La vida te venía dada y la tomabas como llegaba, por los cuernos. Esas mujeres podrían enseñarnos un par de cosas sobre lo que es sufrir y luchar en la vida. Sobre lo que es no ser nada para el mundo y suponerlo todo. Ser el cemento de nuestras vidas, de nuestros padres y madres. Sin la posibilidad de estudiar. Sin la posibilidad de crecer en muchos sentidos. Sin lamentarse y quejarse como muchos hacemos hoy cuando nos vienen mal dadas. Su fuerza, su entrega, su orgullo reflejado en su familia, son motivo más que suficiente para levantarles un monumento en cada pueblo que existe. Y las hemos olvidado…

Recuerdo a mi abuela regañándome por no beberme la leche de cabra en el pueblo. Éramos unos señoritos. Recuerdo mi pueblo, el de mi padre, los olivares de mis abuelos, la huerta, el corral… apenas recuerdo Ronda por desgracia. Pero no se me olvida esa frase “tú que siempre te aviaste con los flecos de un jornal”… Vivían con la mitad de la mitad de lo que muchos tenemos hoy día, familias enteras, en torno a una mesa camilla y un sentimiento de no rendirse bajo ninguna circunstancia. Esas mujeres fueron durante años el cemento de nuestro mundo… ¿0s imagináis qué podrían haber conseguido de tener la posibilidad de estudiar una carrera? ¿De ser científicas, abogadas, economistas…? Que ya lo eran a su manera… Y no tenían nada… “Fue su marido y sus hijos su único capital”. Sentarse a su lado a escuchar las historias de aquella época, muchas de ellas terribles, pero sin perder nunca la sonrisa, es una de esas lecciones que todos debemos tomar. Es curioso porque la canción va dando nombres de mujer y aparecen los de mi abuela y sus cinco hijas (Ana, como mi madre y mi abuela, María, Josefa, Isabel y Mercedes) y el de mi tía, Pilar, la hermana de mi padre que murió cuando yo apenas tenía dos años. El de mi abuela materna, Fulgencia, no aparece porque es de esos nombres de pueblo tan únicos y peculiares que nunca se te olvidan, pero que no aparecen en canciones. 

Su vida no fue la nuestra, esa es nuestra fortuna, pero en muchos sentidos se lo debemos todo a ellas y su abnegación y humildad. A quienes lo daban todo pese a no tener nada. Por eso tenía una deuda que pagar, una enorme que tenemos todos, y de la que yo sólo he dado un  pequeño plazo. Completamente insuficiente, pero infinitamente necesario. Os dejo con el vídeo que hizo para la canción una persona en Youtube con maravillosas fotos de la época, y con una foto de mi abuela en familia, la pasada nochevieja, junto a dos de sus hijas, mi hermano, mi padre y mi abuelo. Va por ustedes, señoras. Millones de gracias. Y disculpen el atrevimiento...



 



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