martes, 29 de diciembre de 2015

Un Adiós a mi Abuelo



Como he comentado no hace mucho en redes sociales, ha fallecido mi abuelo. El pasado 27 de diciembre, por la mañana, nos dejaba Juan de Mata Usero Poyatos, mi querido abuelo, del que tanto he heredado y al que tanto quiero. Una de las personas a las que más admiro del mundo, a la que debo muchas cosas de quién soy hoy día y a la que debo unas palabras de despedida, antes de que pase demasiado tiempo, ahora que los recuerdos están a flor de piel y uno tiene las emociones cercanas y vívidas en la memoria. Lo primero, agradecer a los amigos, familiares, lectores y completos desconocidos, las muestras de cariño y aprecio, públicas y privadas, que han hecho más llevadera la situación. Hay gente muy especial que han conseguido arrancarme una sonrisa en los momentos más duros, y eso se agradece mucho en estas circunstancias. También asegurar a todos ellos que me encuentro bien, en paz, porque era algo que ya esperábamos por diversos motivos. Llevaba días grave en el hospital y tenía 98 años recién cumplidos el pasado 17 de diciembre. 98 años, que se dice pronto. Tenía ya hasta bisnietas, aunque muchas veces le costaba reconocernos. Y estuvo en la guerra, en el bando republicano, haciendo zanjas y trincheras en Madrid… Fue una de las personas más buenas, honestas, tercas, trabajadoras, cariñosas y brutas (y esto último lo digo con todo el cariño y respeto del mundo, creedme) que he conocido. Posiblemente a la que más he admirado, y seguramente de las que más echaré de menos en mi vida. Así que disculpadme si me pongo algo ñoño en estas líneas. Él lo merece y se me saltan las lágrimas al recordarle.

Pasó su vida entera trabajando, de sol a sol, hasta que la edad le pudo a las ganas y las piernas ya no le aguantaban. Luego nos dejó mi abuela, y ya no volvió a ser lo mismo. Pero la cabeza se me llena de recuerdos, de historias vividas con él, de anécdotas pasadas de generación en generación, de su mirada noble, de sus ideales políticos que hemos heredado, por ejemplo, mi hermano y yo. De la nostalgia que tenía por su pueblo, Cabezarrubias del Puerto en Ciudad Real, cada vez que estaba lejos de allí. Sus gallinas, su patio, sus olivos… sobre todo sus olivos, aquellos que ya no podía cuidar, pero que cuando le llevaban de visita se ponía a podar con 90 años. Y a ver quién se lo impedía. En el pueblo su rutina suponía levantarse al alba, con las gallinas, encargarse de sus labores, jugar la partida de truque (un juego de cartas de mi pueblo que nunca llegué a entender), acostarse y vuelta a empezar. En Madrid, donde también tenía casa, se marchitaba desde siempre. Nada más llegar… Era un hombre de campo… de olor a sudor y trabajo, a colonia de hombres, a camisa limpia, al cariño infinito que tenía por nosotros, sus nietos. Nunca le vi beber más que una caña de cuando en cuando o similares, ni le vi fumar jamás, algo que siempre me echaba en cara, aunque sé, porque él me lo contó, que en sus tiempos en Tetuán, con el servicio militar, fumó. Era sencillo y humilde, aunque provocarle era tentar a la suerte. No porque fuese violento, aunque en la posguerra… eran otros tiempos. Era… no convenía apostar contra él. Hasta mi tío, mientras cerraban su tumba hoy, ha dicho a los albañiles “Cerradla bien, que Juan de Mata es capaz de salirse si no…”. Un comentario lleno de cariño para recordar el carácter de un hombre muy especial…

La mejor forma de entenderlo, que os cuente un par de anécdotas. Por ejemplo, cómo acabó en la guerra. Corría el año 36, y mi abuelo, con 19 años, estaba en el campo, llevando una mula (creo que era una mula, o un burro quizá) llevaba la comida y los aperos a su padre en el campo, con su hermana y mi bisabuela. Pasaban por la vieja estación de tren, que ahora es una casa rural, y el tren llevaba soldados a Madrid. Él conocía a varios, así que saludó y charló con ellos, que le dijeron que por qué no se iba a la guerra, con ellos. Pagaban bien al parecer. Y él no podía. Era demasiado joven, tenía que llevar las cosas a su padre… “Lo que te pasa es que no tienes cojones”. Acabáramos. Hasta ahí podíamos llegar. Mi abuelo ató el animal a un árbol, se subió al tren arrastrando a su hermana hasta que le soltó, que intentaba sujetarle, y no apareció hasta que todo acabó. No tenía cojones, Juan de Mata. No. Ay, señor… Luego, como me contaba, con sus antecedentes no le dejaron coger un arma, y le pusieron en zapadores, a hacer trincheras, donde un médico de su pueblo le enseñó a leer y escribir. Luego acabó la guerra, y pasó dos años en el penal de Ocaña, sin saber si le iban a fusilar o no cada mañana, comiendo sobras, sobreviviendo… Luego de vuelta a casa, tuvo que hacer el servicio militar en Marruecos, con los Regulares de Tetuán, si no me han contado mal esa historia, donde tampoco le pusieron las cosas fáciles.

Otra más para la galería. Llevando ovejas a esquilar, con las patas atadas, un tipo más grande que él le dijo que cómo las llevaba de una en una, que si no podía con ellas. Que él era capaz de llevar dos a la vez, una en cada brazo. A 50 o 60 kilos la oveja, ya era peso para asustar a cualquiera. Pero mi querido abuelo le dijo que si el otro llevaba dos, él era capaz de llevarlas de tres en tres. ¿Cómo? Fácil, una en cada brazo y la otra con los dientes, cogiéndola de la cuerda con la boca. Y las llevó. Y ganó la apuesta. También estaba aquella vez que un señorito se le intentó colar para coger agua del pilar… y le arrancó la oreja de un bocado, un movimiento que luego Mike Tyson le copió a mi abuelo… O cuando, con casi 80 años, le dijeron en un bar de Madrid que estaba mayor, y ni corto ni perezoso me cogió del cinturón y me levantó en vilo, a mis 16 años y con 75 kilos que pesaba yo… Podéis haceros una idea del carácter especial de mi abuelo, y por qué decía que era bruto. Y por qué lo digo con todo el cariño del mundo y con una sonrisa en los labios. Quizá mis torpes palabras no sirvan para dejarlo claro, pero sentía y siento devoción por él. Pese a verle los últimos años

Por eso sé que hoy hemos enterrado a una persona tan especial para mí, que el hueco que deja no podrá ser llenado. Que la nostalgia me llenará de recuerdos, pero también que he tenido la suerte de tenerle en mi vida durante más de 35 años, y me alegro por ello. Es una despedida, pero me quedo con su memoria, con su cariño, con sus frases (blasfemias que no puedo repetir aquí, por respeto, o aquél “No hay nada más tonto que un obrero de derechas”). Me quedo con la tristeza de no volver a verle, ni oírle decirme que era un tío grande, pero me quedo con la calma de saber que le tuve y que siempre le llevaré conmigo, a donde quiera que vaya. En todo tiempo y lugar, estará conmigo. No sólo corre por mis venas su sangre, sino que en mí, en todos los que le conocimos, vive su recuerdo, sus historias, su pequeña leyenda. Hoy antes del entierro, hemos ido a sus olivos, mi hermano y yo, para coger unas ramitas con las que enterrarle. Un pedazo de la tierra a la que tanto quería y de esos árboles por los que sentía ese especial cariño que sólo un hombre de campo puede sentir. Va por ti abuelo, descansa en paz junto a la abuela, desde donde puedes ver tus olivos, y sentirlos a tu lado, con la conciencia tranquila de saber que nosotros no te olvidaremos. Que te llevamos con nosotros. Gracias de nuevo a todos los que nos habéis deseado lo mejor estos días. Desde aquí nuestro cariño y especial homenaje a Don Juan de Mata Usero. Eso sí, siendo tan rojo como era a lo mejor el crucifijo que le han puesto le parece demasiado grande…



sábado, 18 de julio de 2015

Un Recuerdo y una Deuda Pendiente



Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Mucho tiempo, quizá demasiado, y no lo hago para hablar de cine, series, juegos o cualquiera de nuestras frikadas personales con las que tanto disfrutamos. Esto es algo personal, algo que llevaba dentro desde hace tiempo, una deuda personal, una deuda de honor de esas que se te acumulan y no terminas nunca de pagar. Una deuda familiar y un recuerdo de muchos años. Como casi siempre en esta vida, estas cosas surgen por azar, por pura casualidad. Llevaba mucho tiempo sin escribir nada ajeno al trabajo y un cúmulo de pequeñas circunstancias me han traído a este blog de vuelta y a contaros mi pequeña historia. Por un lado una nueva amistad, una persona de esas que se cruzan por azar en tu camino y te recuerdan cosas que no es que estuviesen olvidadas, es que no sabías ni que un día las pensaste. Así que, si llega a leer esto, millones de gracias por la chispa necesaria. Por otro lado una canción, un instante de música a solas en mi casa que me ha traído muchos, muchos recuerdos.

A la hora de escribir estas líneas que por el momento no tienen demasiado sentido, ha empezado a llover en Madrid, tras varias semanas con una ola de calor tras otra, el tiempo nos da una pequeña tregua y es perfecto el momento para lanzarse a divagar. Continúen conmigo un poco más, sean pacientes. Todo tiene su explicación. Hablaba de la música y una canción porque tiene su peso y su importancia en esta pequeña historia. Quien no me conozca demasiado no sabe que, aunque nacido en Madrid, soy de familia del sur. Mi padre es de un pequeño pueblo muy al sur de Ciudad Real, y mi madre es de Ronda, en Málaga, y aunque me pueden ver escuchando Metallica o AC/DC regularmente, por nombrar sólo dos grupos musicales que me encantan, me han criado con música del sur, sobre todo copla, rumba y sevillanas, y lo guardo como algo muy mío, parte de mi cultura, de lo que soy y quién soy. Sobre todo las sevillanas, porque hay un grupo que a día de hoy sigue encantándome y que escucho regularmente. Sí, puedo pasar de Metallica a las sevillanas sin despeinarme y disfrutando por igual. Y eso andaba haciendo cuando me encontré o reencontré, con esta canción de Ecos del Rocío, una gente a la que admiro profundamente, por su forma de contar historias sencillas, de la calle, a través de la música, de sus canciones, de sus sevillanas. Con honestidad y cercanía hablan de los malos tratos, de la homosexualidad, de los estudiantes, de la anorexia, de los padres, de los hijos, de las drogas, de la inmigración… en esta ocasión se trataba de Señora, y por lo que sea la canción llegó en el momento adecuado.

¿Por qué? Porque un recuerdo, un aroma, un calor de otro tiempo me llegó. La canción es un homenaje a esas mujeres de nuestro pasado que hoy en día son ancianas, que se echaron este país sobre sus espaldas en una de sus épocas más oscuras, sufridas y olvidadas. Los años 40, 50 y parte de los 60 en nuestro país, sobre todo en las zonas rurales. Y de repente me golpeó. La imagen de mi abuela paterna, fallecida hace ya seis años, en la mesa camilla de la cocina, donde todos nos reuníamos en el pueblo. El brasero bajo la mesa en invierno, el olor de la habitación, la ropa negra… y también mi abuela materna, que ya tiene una edad, en la casa de Vallecas, con los bocadillos de atún y los espaguetis que me hacía de niño, con su acento y su ternura… Y se me nubló la mirada, como ahora. La deuda que tenemos con esas mujeres no la podremos pagar nunca. La letra de la canción se te clava a poco que quieras entenderla. Y te araña. Esas mujeres que vivieron la época de los lavaderos, de “argofifas” y escaleras, de rodillas encalladas… Otra vida, otro tiempo, otras reglas en las que no había posibilidad de elegir. Ninguna. La vida te venía dada y la tomabas como llegaba, por los cuernos. Esas mujeres podrían enseñarnos un par de cosas sobre lo que es sufrir y luchar en la vida. Sobre lo que es no ser nada para el mundo y suponerlo todo. Ser el cemento de nuestras vidas, de nuestros padres y madres. Sin la posibilidad de estudiar. Sin la posibilidad de crecer en muchos sentidos. Sin lamentarse y quejarse como muchos hacemos hoy cuando nos vienen mal dadas. Su fuerza, su entrega, su orgullo reflejado en su familia, son motivo más que suficiente para levantarles un monumento en cada pueblo que existe. Y las hemos olvidado…

Recuerdo a mi abuela regañándome por no beberme la leche de cabra en el pueblo. Éramos unos señoritos. Recuerdo mi pueblo, el de mi padre, los olivares de mis abuelos, la huerta, el corral… apenas recuerdo Ronda por desgracia. Pero no se me olvida esa frase “tú que siempre te aviaste con los flecos de un jornal”… Vivían con la mitad de la mitad de lo que muchos tenemos hoy día, familias enteras, en torno a una mesa camilla y un sentimiento de no rendirse bajo ninguna circunstancia. Esas mujeres fueron durante años el cemento de nuestro mundo… ¿0s imagináis qué podrían haber conseguido de tener la posibilidad de estudiar una carrera? ¿De ser científicas, abogadas, economistas…? Que ya lo eran a su manera… Y no tenían nada… “Fue su marido y sus hijos su único capital”. Sentarse a su lado a escuchar las historias de aquella época, muchas de ellas terribles, pero sin perder nunca la sonrisa, es una de esas lecciones que todos debemos tomar. Es curioso porque la canción va dando nombres de mujer y aparecen los de mi abuela y sus cinco hijas (Ana, como mi madre y mi abuela, María, Josefa, Isabel y Mercedes) y el de mi tía, Pilar, la hermana de mi padre que murió cuando yo apenas tenía dos años. El de mi abuela materna, Fulgencia, no aparece porque es de esos nombres de pueblo tan únicos y peculiares que nunca se te olvidan, pero que no aparecen en canciones. 

Su vida no fue la nuestra, esa es nuestra fortuna, pero en muchos sentidos se lo debemos todo a ellas y su abnegación y humildad. A quienes lo daban todo pese a no tener nada. Por eso tenía una deuda que pagar, una enorme que tenemos todos, y de la que yo sólo he dado un  pequeño plazo. Completamente insuficiente, pero infinitamente necesario. Os dejo con el vídeo que hizo para la canción una persona en Youtube con maravillosas fotos de la época, y con una foto de mi abuela en familia, la pasada nochevieja, junto a dos de sus hijas, mi hermano, mi padre y mi abuelo. Va por ustedes, señoras. Millones de gracias. Y disculpen el atrevimiento...



 



jueves, 30 de abril de 2015

Concurso para celebrar los mil seguidores en Twitter. Entradas IMAX Vengadores


Como ya comentė hace unas semanas quiero agradece a los más de mil seguidores que nos hemos reunido ya en Twitter y quiero hacerlo con un pequeño concurso que lanzo hoy hasta el próximo domingo. No puedo agradecerlo a todo el mundo, y lo siento. Pero esta era una forma de hacer algo divertido con algunos de vosotros y aquí os dejo las normas. Gracias de nuevo a todos.

- Sólo podrán participar en el sorteo seguidores de la cuenta @JesusUsero de Twitter, residentes en la Comunidad de Madrid o alrededores que puedan estar a la hora y día señalados en el Cinesa Parquesur de Leganés, mayores de dieciocho años y con ganas de pasar un buen rato en el cine. Ah, y seguidores habituales, no vale seguirla cuenta dos días y luego desaparecer tras el concurso...
- El premio consiste en tres entradas individuales para Los Vengadores La Era de Ultrón en Cinesa Paquesur en IMAX, el día 5 de Mayo, martes, a una sesión por determinar aún. Bajo ningún concepto podrá cambiarse el premio por dinero o por otro premio. El día y la sesión podrían cambiar si encontramos problemas con el horario del organizador, pero no de los participantes. Sipor algún motivo no pudieseis acudir, el premio pasaría a otro participante o quedaría desierto.
- Para participar tenéis que mandarme un tuit a @JesusUsero con el hashtag #ConcursoUsero contando por qué sigues esta cuenta, antes de que acabe el domingo 3 de Mayo. Entre los participantes que cumplan los requisitos elegiré a los tres ganadores. Busco sentido del humor, simpatía y buen rollo. Así que, aquí no hay notario ni sorteo. Daré las entradas a quien crea conveniente.
- Bajo ningún concepto se permitirán insultos o menosprecios al titular de la cuenta o los participantes en el concurso. Se denunciará y bloqueará a quien incumpla las normas. Tampoco está relacionado este concurso con la Revista Acción Cine o cualquiera de sus perfiles en redes sociales. Es una iniciativa personal.
- Los ganadores del concurso se anunciarán el día 4 de Mayo, lunes, y por DM nos pondremos en contacto para establecer la hora exacta de la proyección el día 5 de Mayo, a la que yo también acudiré. Sólo será una sesión y un día.
- La participación en el concurso supone la aceptación de todas las normas y su cumplimiento. Dichas normas podrán ser cambiadas si es necesario o el concurso suspendido de considerarse oportuno.

Así que ya sabéis. Participad. Si hay suerte y demás el martes nos vemos para ver una película y pasar un buen rato. Mil millones de gracias a los 1000 y pico que somos ya. Y a seguir creciendo. Un abrazo.

Jesús Usero